La villa de Iznájar está formada por numerosas Aldeas y diseminados rurales, que constituyen el aspecto más característico de su paisaje y uno de los exponentes más representativos de su población que, lejos de concentrarse en el casco urbano, se dispersa a lo largo de los 137,6 km2 del término municipal.
Algunos indicios arqueológicos indican que muchos de estos lugares ya estaban habitados en la antigüedad, con una amplia población en época ibérica y romana. Pero el afianzamiento de estas Aldeas llegó en la Edad Media, en torno a los primeros territorios conquistados, casi siempre cerca de abrevaderos o de cauces fluviales, donde fueron creciendo pequeñas construcciones rústicas, que servían de albergue a trabajadores de las explotaciones agrarias.
En la Edad Moderna (siglos XVIII y XIX) germinaron otras Aldeas y diseminados, cuya aparición obedece a la necesidad de ubicar la vivienda en el medio físico donde se tienen los modos de subsistencia (agricultura y ganadería), y sobre todo por condicionantes socioeconómicos relacionados con la propiedad de la tierra (minifundio).
En la actualidad una de las grandes riquezas del término municipal de Iznájar la constituyen sus Aldeas, que no sólo aportan valores paisajísticos, sino que son expresión de usos y costumbres tradicionales, artesanía y arquitectura popular.
El término municipal de Iznájar se encuentra en el extremo sur de la provincia, en plena serranía de la comarca de la Subbética Cordobesa, limitando con las provincias de Málaga y Granada.
A finales de los sesenta como consecuencia de la construcción del embalse, que lleva su nombre y que constituye la mayor masa de agua interior de Andalucía, gran parte de su término municipal quedó sumergido bajo sus aguas.
El embalse cruza en paralelo por su parte central el amplio término municipal distribuyendo las Aldeas en dos zonas.
En la parte norte; El Higueral, Cierzos y Cabreras, Arroyo de Priego, Solerche, Jaramillo, Los Juncares, La Celada, Lorite y La Hoz.
En la zona sur; Fuente del Conde, Ventorros de Balerma, El Adelantado, Las Chozas, Valenzuela y Llanadas, Corona-Algaida y Gata, Los Concejos, Alarconas y Antorchas, Montes Claros y Arroyo del Cerezo.
El cultivo intensivo del olivar es la actividad económica principal, abriéndose paso las posibilidades de desarrollo turístico por la especial riqueza cultural y patrimonial que cada una de las Aldeas posee con sus propias tradiciones, costumbres e historia.
En el municipio de Iznájar el agua es una constante y el origen de la mayor parte de sus Aldeas se encuentra junto a los cauces fluviales o junto a los numerosos abrevaderos o fuentes existentes en el término municipal.
La presencia del agua permite la existencia de un rico ecosistema, en el que destaca una abundante flora, con una gran variedad de plantas y especies forestales autóctonas y típicas del bosque y cultivos mediterráneos como la pamplina, el llantén, la zaragatona, el lirio, romero, azafrán, orquídeas, margaritas y las azucenas de agua, o la encina, quejigos, aulagas, almendros, granados, higueras, álamos y cañaverales y otras.
En las Aldeas la existencia de las numerosas fuentes y lavaderos públicos evocan tiempos no muy lejanos en los que estos lugares eran punto reservado y rincón de encuentro obligado de las mujeres, que acudían a recoger el agua y a lavar la ropa, y que junto a los abrevaderos y acequias representan el recuerdo de actividades humanas que se pierden en la memoria de nuestro tiempo, por haber caído en desuso, dejando constancia del desarrollo de actividades agroganaderas y sociales muy importantes desde el punto de vista etnográfico.